Hoy vengo con un poema que escribí hace unos meses. Antes de que lo leáis, quiero que sepáis que la poesía y yo no somos almas gemelas. Sé que tendrá miles de errores. Aun así, quiero compartirlo con vosotros; ya me diréis lo que os parece, espero.
Susurro
de mi voz,
que se alza en un vuelo eterno,
palabras sin rencor
vuelan mares y surcan cielos.
que se alza en un vuelo eterno,
palabras sin rencor
vuelan mares y surcan cielos.
Como
si de pluma se tratara
brisa que la arroja sin pesar
crece, murmullo sin compasión,
como tormenta que está por estallar.
brisa que la arroja sin pesar
crece, murmullo sin compasión,
como tormenta que está por estallar.
Desafiaba
la gravedad
a base de convulsiones,
una extraña danza donde la verdad
era la antagonista de mis acciones.
una extraña danza donde la verdad
era la antagonista de mis acciones.
***
Me da un poco de vergüenza publicarlo, ya que he escrito cosas mejores.
Ayer fue un día de profunda felicidad. ¿Sabéis lo que es salir a la calle, que la brisa caliente te acaricie la cara y sentirte viva por una vez en tu propio cuerpo? ¿O respirar la esencia del mar, salada y fresca, mientras los rayos de sol te besan la cara? Caminar entre jazmines mientras los arbustos se sacuden ligeramente por el viento estival.
Ayer me sentí, por primera vez, en paz conmigo misma. Pude aceptarme, por un momento, tal y como era. Oh, si por lo menos esos sentimientos (¿o debería decir sensaciones?) no duraran sólo un suspiro.
La armonía que dejaba al pasar se podía ver y tocar; era del color de la esperanza y de la consistencia de la joventud. Efímera, limitada, sí; pero existía.
Sólo de nosotros depende la forma de ver nuestra vida e interactuar con nuestro alrededor. Encuentra lo que te gusta, y hazlo. Adéntrate en la naturaleza y déjate acariciar por el cielo. Agradece por las personas que están a tu lado, y deja que formen parte de tu vida. Déjate llevar por tus sueños, y serás el mayor aventurero que jamás haya existido.
Este es nuestro momento de ser felices.
Gracias por existir.
Tabitha